He querido esperar algún que otro día para poder dedicarte unas palabras, porque quería asimilar todo lo que has significado para mí.
Recuerdo tu primer día como si fuese ahora mismo y aunque normalmente los años ofrecen 365 oportunidades, este año tú me ofreciste una más.
Siendo sincero, no esperaba nada de tí a principios de año, pero mira tú, que tú mismo te has definido como impredecible, sorprendente y caótico.
Has sido uno de esos años que no me has descuidado en casi ningún momento.
Seria imposible escribirte sin recordar algunos de los mejores momento que me has regalado.
Soñaba con que llegara ese momento, ese preciso instante pero nunca imagine que fuera este año. Conocí a Malú, contra todo pronostico y sin asimilarlo aun teniéndola justo enfrente, fue todo deprisa, pero lo disfrute como si se hubiera parado el tiempo.
He sabido lo que es realmente pasar nervios y he disfrutado de la victoria al saborear un segundo premio nacional.
He reido demasiado, he llorado por cosas que no merecían la pena, he viajado a lugares muy pequeños que me han echo sentirme enorme, me he emocionado, he disfrutado de los pequeños detalles que marcan grandes diferencias, he gritado como si de tal loco se tratase, me he arriesgado, he hecho cosas que nunca antes había querido hacer, me he sorprendido y he sorprendido.
He disfrutado de todas y cada una de las personas que han estado a mi lado, he aceptado consejos y no me han servido de nada, he entregado sobres, menos que el año pasado, porque he aprendido a decir las cosas de otra manera. Me he encaprichado de cosas y me he ilusionado de personas.
He inmortalizado cada momento del 2016 por miedo a que alguna vez se me olvidaran, pero siempre disfrutando de esos instantes.
No se porque te has ido,
con todo lo que me has dado.
Pero solo espero una cosa,
que vuelvas,
aunque sea disfrazado
de 2017.
“Alguien me dijo una vez que los momentos no se miden por el número de veces que respiramos, sino por los momentos que nos quitan el aliento“
